ANACONDA Y LA PUPILA
SE NOS ADELANTÓ EL AMIGO MARIO GALLEGOS BUSTAMANTE, NUESTRO HUMILDE PERO MUY SINCERO PÉSAME A SU FAMILIA.
POCO O NADA SOBRE LOS ASPIRANTES DEL PARTIDAZO.
La pupila se dilata en las tinieblas y concluye por percibir claridad, del mismo modo que el alma se dilata en la desgracia y termina por encontrar a Dios. Anacondistas, esta vez vamos a iniciar demasiado tristes, pues se nos adelantó en el camino sin regreso, el amigo Mario Gallegos Bustamante, por lo que desde este espacio le mandamos nuestro humilde pero muy sincero pésame a toda su familia, deseándoles que encuentren la aceptación y resignación a los designios del Señor. QEPD Mario Gallegos.
Ahora entiendo las sabias palabras de Mamá Grande, que en mientras preparaba la exquisita salsa de molcajete, y en referencia al tema de conversación que hubiéramos tenido alguna vez, con apacible voz me decía, “M’hijito, debes saber que el mejor amigo es el que acaba de morir”. Un día de estos vamos alcanzar a Mario. Ese día lo decide Mi Poder Superior. Anaconda no tiene prisa por que llegue, pero si está preparado para ello. Así que no debemos cuestionar la vida que nos tocó, tan solo aprovecharla y vivirla al máximo. Alguien dijo por ahí, debo haberlo leído en alguna parte, “la vida ya está marcada, somos predestinados, a nosotros se nos da el libre albedrío de disfrutarla o padecerla”.
Así que en este contexto, siendo las primeras horas de la mañana, atendiendo las sugerencias de reconocido Médico, salí por las aún oscuras calles de mi Heroica ciudad. Casi saliendo el Sol, el manso frío que anuncia el fin del invierno se me antojó bello, sereno y dominguero, pleno de musicalidad, gravemente gozoso. Derivado de lo escrito al inicio y la fresca mañana, viví una sensación como si se estuviesen fundiendo el mundo exterior y el interior en armonía llena de pureza, algo así como una fiesta del alma que nos hace la vida extremadamente amable. Todo me pareció agradable, las casas, las ventanas, las caras que encontré en la calle eran como debían ser. Algo inexplicable. A la vez extraño y no tanto. Entonces respiré hondo para calmar mi mente y dejarle las cosas al tiempo que sana casi todo. Por más buena o mala que sea una situación, tarde que temprano cambiará.
¡Hay, hay, hay, pinche anaconda. Otra lactada de esa magnitud y entonces si, recojo mis tanguitas y me cambio de columna. Esas caminaditas en la mañana no me convencen, lo que necesitas es dejar de andar ingiriendo entes extraños para que no pienses babosadas. Háblanos de asuntos políticos, de quien amaneció ahora como “candidato del PRI” a la presidencia de Caborca. ¿No será acaso que tienes “futty-fai” los calzones de rafai?!.
Mira, intolerante Anacondista, el asunto ese de los aspirantes a representar a los tricolores como candidato a la alcaldía de Caborca o a la Diputación Local por el Tercer Distrito Electoral, estará resuelta antes de que leas estas líneas, por lo que se dificulta escribir al respecto; sin embargo, podemos “lengonear” un poco de los “suspirantes” que ya no deben tener paz ni sosiego con la espera y una vez que conozcan los resultados, habremos de esperar que tengan madurez para aceptarlos y no anden ahí con bizcochadas como lo han venido haciendo en el tiempo que tienen echando vueltas a Hermosillo para ponerse de acuerdo.
Nos platicaba un conocido priísta de la localidad, “parecen niños algunos aspirantes, primero deciden una cosa y muy pronto cambian de opinión. No saben ni lo que quieren, la presidencia, la diputación. Al paso que van terminarán como asistentes de indigente. Así no vamos a llegar a ningún lado..”, comentaba.
Me pareció muy acertado el comentario del activo miembro del partidazo, pues hay que recordar que “un niño, invariablemente le puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin haber motivo; a estar siempre ocupado con algo; y a exigir con todas sus fuerzas aquello que desea”.
En esas incursiones a Hermosillo, los aspirantes se han reunido con mi camarada Roberto Sánchez Cerezo, “el Señor de las formas elegantes en público y de las intimidatorias en privado”, diría otro viejo conocido de por acá La Perla del Desierto. Pues bien, a su regreso al pueblo, cada uno trae su propia versión o interpretación de lo que les dijeron en la capital, y por supuesto que cada uno asegura ser el candidato a lo que sea. ¡Ya están como la canción de la baquetona, aquella que dice “iba para Magdalena, ahora voy pa’ donde quieras”!. Lo cierto que esto es lo bonito de cada tres años, y quienes hemos tenido la dicha de vivir estos escenarios algunas veces, solo nos resta esperar el desenlace y rezar para que la unidad se logre, pues es la única forma en que los priístas pudieran acariciar el triunfo; de lo contrario, no hay nada que hacer y es un hecho que Panchito Jiménez se iría sin vara a la Calle Obregón y Quiroz y Mora a seguir pegaditos a la ubre. Bueno, es una humilde opinión sin ser el feliz propietario de la piedra filosofal.
A la fecha esa unidad se me antoja cercanamente lejos en virtud que los grupos de apoyo de cada “suspirante” le ponen mucha crema a sus tacos. ¡Por favor, señores aspirantes, no se la tomen tan en serio, nadie lo hace!.
Aunado a esto, la carrera por la candidatura se volvió cada día más agresiva, se bajó de nivel, y en algunos casos hasta misógina. Todos contra todos. Parece que los inmersos no saben que lo que no mata, fortalece. ¡Que lástima que no se vaya aprovechar la oportunidad que brinda esta coyuntura que regala el 2012 a los tricolores!. Sería desastroso que no se pusieran de acuerdo y unificaran voluntades. En fin, ya lo hemos visto en cinco elecciones pasadas y no ha habido esa humildad que logre conciliar y acabar con el encono que envuelve a la gran familia priísta.
¿Será acaso por el excesivo poder que creen tener algunos?, ya que no debemos olvidar que todo poder es una violencia ejercida sobre las gentes. Porque con algo de esto hay quienes se sienten intocables y se ponen a componer el mundo. Tal es el caso de dos que tres aspirantes que creen tener el poder suficiente para pisotear a los otros sin darse cuenta que solo son unas pobres cucarachas y se la llevan por las calles manifestando que ya son “los buenos” y que sin ellos el mundo deja de girar, las aves de volar y el Oomapas de cobrar. Ja, je, ji, jo, ju. Como dijera una Señora de la colonia Santa Cecilia, “Se cree la divina garza y no llega ni a zapeta miada. No lo vayas a escribir pinche Anaconda, porque te cuelgo”, mientras se abrazaba a su compañera y estallaba en una sonora carcajada gracias a las dos o tres caguamas (peyéndose de heladas) que traía entre pecho y espalda y otras pocas su compañera, por supuesto, amén de un chingal de exquisitos cigarrillos que deben de haberse fumado ese día.
Para los aspirantes “felones” tenemos una frase que debe haber sido acuñada hace miles de años, quizá desde que existe el poder en la tierra, y que deben tenerla siempre en su mente antes de utilizar medios poco amigables para llegar a la cima, porque precisamente la frase reza “Siempre la cima precede a la caída”.
Anaconda nunca ha estudiado en Harvard, pero estoy seguro que no se requiere eso para darse cuenta que los aspirantes del tricolor ya han aprendido lo suficiente, lo que puede aprender cualquier persona con un coeficiente normal, además que también es cierto que todos ellos son inteligentes; pero me da la impresión que les faltó aprender lo más importante: a estar satisfechos de si mismos, de su vida. Creo que eso no lo han conseguido aún. Repito, esa impresión me dan. Habremos de seguir los acontecimientos y cambios que puedan tener.
Mientras esto sucede a mi estrecho alrededor, este humilde anaconda continuará haciendo periodismo, pero ese periodismo de verdad, porque el periodismo de verdad es una escuela de humildad y de respeto a todos aquellos que no hacen del poder el eje central de su vida, es decir, a la mayoría de las personas. Además de seguir haciendo amigos, porque los amigos son la familia que nosotros mismos escogemos, así que escojo a todos mis queridos Anacondistas, esperando haya reciprocidad. Nos vemos la próxima edición, si Mi Poder Superior me lo permite.
ESCRITO POR JOSE RAMON GASTELUM ROCHA
